domingo, 27 de noviembre de 2011

El problema no es tropezar, el problema es que te guste la piedra con la que estás tropezando.

Tan simple como esto,

Puedes conocer a 10mirar a 9hablar con 8reír con 7molestar a 6salir con 5, picar a 4gustarte 3querer a 2,
 [pero amar solo a 1]
Ha pasado el tiempo, ha habido cambios... Cambié sonrisas por lágrimas, cambié refrescos por alcohol, cambié golosinas por cigarros, cambié mi alegría por depresiones, cambié inocencia por experiencias... Pero sigo siendo la misma. En el fondo sigo siendo esa niña inocente, que sin quererlo, pero tampoco sin evitarlo se enamoró de ti. Esa que cada vez que te ve se vuelve loca, esa que al oír tu nombre se ruboriza... 
Esa que no ha dejado ni un instante de quererte. 

Y me di cuenta de que eras un ideal. Que no eras tal y como yo pensaba... Que realmente no eras perfecto.

Y se me ocurrieron mil cosas... Y de esas mil, novecientas eran imposibles... noventa y nueve no las recuerdo... 

Y una, era estúpida... Decirte que, a pesar de todo, seguías en mí.

martes, 15 de noviembre de 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

jueves, 3 de noviembre de 2011

SE TÚ MISMA, LA VIDA ES DEMASIADO CORTA PARA NO SER QUIEN ERES.

No te tomes la vida tan en serio, que al fin y al cabo no vas a salir vivo de ella.
Si los porros y el alcohol son drogas, ¿El amor que es?

He escuchado numerosas veces la frase: "quien no arriesga no gana". De hecho, la úlima vez fue ayer, en una mañana aburrida, totalmente despejada de impertinentes cavilaciones que me impiden pensar con claridad. Se trataba de una de esas conversaciones improvisadas que aparecen como por arte de magia, de esas en las que te das cuenta quién eres realmente.

"—He aprendido que si no se arriesga, no se gana. —me dijo ella.
—Sí, tienes razón. Pero a veces el miedo a fallar es mayor que todo lo demás. —contesté, decidido."


Con esa frase resumí, dolorosamente, por qué no era capaz de ser valiente. Exacto. El miedo a fallar. El miedo a no ser capaz de alcanzar tus objetivos, de agarrar tus sueños. Porque, esa sensación de impotencia, ese pensamiento pesimista que hunde tu confianza hasta el mismísimo subsuelo, sin dejar que mantengas tu cabeza alta y distinguida de las demás; duele. Duele. Se resiste. Se esconde el dolor. Aprendes a no dejarlo salir, que no se proyecte en tu mirada. Aprendes a ser infeliz en secreto.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Desgraciadamente, una vez más, soy yo la que tiene que irse, para poder volver a empezar.